Reflexiones sobre la muerte
Reflexiones sobre la muerte.
Cuando un ser querido se nos va sentimos un desgarro en el corazón tan grande que es como si una parte de nuestro ser se fuera con él.
Todos, más tarde o más temprano experimentamos la muerte de una persona querida, depende de la edad que tengamos en ese momento la sentimos de una manera diferente, y también y sobre todo depende del grado de afectividad que nos una a esa persona nuestro sentimiento es distinto.
Pero ¿qué es la muerte? La muerte es el final de la vida. Pero esa vida ha tenido un recorrido en el que hemos ido aprendiendo, tanto el que se muere como las personas que le rodean a la que cada uno da su lección de vida.
Cuando fallece un niño es muy duro sobre todo para los niños que le rodean y, cómo no, para los mayores que están a su alrededor, nos quedamos como si esa persona no hubiera podido recorrer su camino y aprender a lo largo de su vida, pero quién sabe, a lo mejor en ese corto tiempo de vida ha aprendido todo lo que necesitaba en su recorrido de vida y ha enseñado a los de alrededor todo lo que tenía que enseñar.
Cuando es una persona mayor la que fallece, aunque sabemos que ya le tocaba porque era muy mayor, también nos parece que no tenía que haber sucedido todavía.
También hay personas que están sufriendo tanto a lo largo de su vida por enfermedades tan crueles que es un calvario su vida que desearían abandonar esta vida y no les llega su turno.
Yo siento que no estamos preparados para la muerte, que nuestra sociedad no nos ha preparado para la muerte, parece que vamos a vivir eternamente y acumulamos cosas materiales que no nos sirven para nada como si nuestra vida fuera eterna. Pero no, nuestra vida no es eterna y desde mi punto de vista personal deberíamos levantarnos cada mañana y disfrutar de cada día que vivimos con total intensidad, y no enfadarnos por nimiedades porque más tarde o más temprano nuestra vida se acabará y nos iremos como hemos venido, desnudos y sin nada material, pero nos quedarán los afectos que es lo más importante, aquellas personas familiares o no que han compartido con nosotros nuestros días, que nos han ayudado cuando los hemos necesitado, que hemos reído con ellos, disfrutado, llorado, eso es lo que nos llevaremos. Lo material va y viene. Los afectos se mantienen en el tiempo una vez que uno se ha ido de este mundo.
Espero y deseo que cada uno de nosotros sepamos vivir nuestra vida, este regalo que es la vida, con total intensidad, y cuando nos llegue la muerte estemos preparados para el punto final de la vida, como en una obra de teatro se está preparado cuando se baja el telón.